Desde esta experiencia balbuciente, frágil y pobre te voy a decir lo que Tú ya conoces, que has alegrado mi vida y mi corazón, que has fortalecido mi camino y me has hecho anunciarte desde la vida a los hermanos, vecinos y a cuantos me piden que de razón de mi esperanza.
Con sorpresa agradecida he ido descubriendo en la oración y en la contemplación en el silencio y también en el bullicio, en el descanso y en el trabajo con los hermanos.
Al Jesús que un día me sedujo. TÚ ME HAS SEDUCIDO YAVÉ Y YO ME DEJÉ SEDUCIR. TÚ ERAS EL MÁS FUERTE Y ME VENCISTE.(Jer. 20,7-18)
Al Jesús que me ha abierto el oído.(Cfr. Isaías 50, 4-5)
Al Jesús que llena de alegría mi corazón, fortalece mi fe y acrecienta mi esperanza.
En un retiro.